Los Estados Unidos se enfrentan a una crisis sin precedentes por la escasez de fórmula para bebés en el país, luego de que el mayor fabricante de leche artificial, Abbott, retirara sus productos y cerrara la planta de la compañía en Michigan el pasado 17 de febrero, por sospechas de contaminación bacteriana.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) señaló que tres de las fórmulas producidas por Abbott estaban contaminadas por una bacteria y provocaron la muerte de dos bebés en el país.
Otra de las razones fue la baja producción de fórmula por la pandemia de COVID-19, que obstaculizó en gran medida la cadena de suministro.
En las últimas semanas los padres de familia se han visto extremamente preocupados por la escasez de fórmula, al punto de realizar compras de pánico, obligando a las grandes cadenas de supermercados, como Walgreens, a limitar las compras para asegurar su inventario.
El 12 de mayo el presidente estadounidense Joe Biden hizo eco de la crisis y se reunió con minoristas y fabricantes para colaborar en el aumento de producción y acceso al tan necesitado producto nutricional.
Para asegurar un plan de acción contra la crisis, el gobierno federal trabajara para reducir la burocracia para llevar la fórmula de bebé a lo estantes con mayor rapidez, permitiendo a las familias adquirir el producto con el Programa de Suplemento Nutricional de Mujeres, Infantes y Niños (WIC). También se pedirá a la FTC y a los fiscales generales de los estados tomar medidas para evitar los precios abusivos en la fórmula, y se aumentará la oferta importando determinados productos del extranjero.